Pierre-Auguste Renoir, que inicialmente fue pintor de porcelana, conoció a Claude Monet (1840-1926), Alfred Sisley (1839-1899) y Frédéric Bazille (1841-1870) en el estudio del pintor Charles Gleyre (1806-1874), y practicó con ellos la pintura al aire libre en los alrededores de la capital. Ese fue el comienzo de «los años de lucha» para estos artistas, que pugnaban por hacerse un hueco en el Salón oficial de pintura. Renoir expuso finalmente allí en 1864 y luego participó en las dos primeras exposiciones «impresionistas» de 1874 y 1876 con temas extraídos de la vida contemporánea. Finalmente alcanzó el éxito en el Salón de 1879, y fue alejándose progresivamente del movimiento impresionista. En 1881 viajó a Italia, donde descubrió los frescos de Pompeya y el arte del Renacimiento. Fue entonces cuando experimentó con métodos y temas más tradicionales.
Renoir alcanzó la fama en la década de 1890. El artista despertó el interés de nuevos aficionados a la pintura y contó con el apoyo de poderosos marchantes. A partir de entonces, el artista pintó en sus tres residencias: en París, en su casa del pueblo de Essoyes en el Aube, y luego en el Midi en los años 1900, donde adquirió una propiedad llamada Les Collettes. En adelante, Renoir retrató a su familia y pintó a mujeres opulentas y esculturales en paisajes exuberantes, conciliando la línea y el color.
Paul Guillaume era un gran admirador de su trabajo y comerció con él activamente en las décadas de 1920 y 1930. Los cuadros de Renoir ocuparon un lugar destacado en los sucesivos pisos de él y Domenica.
Auguste Renoir

© Musée d’Orsay, Dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt
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