Amélie Bertrand. Hyper Nuit
Desde comienzos de los años 2010, el vocabulario de Amélie Bertrand se compone de motivos -casi de señales- que todos pueden comprender fácilmente, paredes de ladrillo, alambradas, cadenas, baldosas de piscina, procedentes de las respuestas de Internet a preguntas en forma de palabras clave. Después, los combina en «espacios creíbles» que forman paisajes siempre extraños, ante los cuales una sensación de espejismo provoca a menudo malestar, explorando las posibilidades y las contradicciones de estas imágenes artificiales. En el centro de este universo, los nenúfares se convierten en formas, o tal vez al revés, la forma geométrica se convierte en nenúfar, un motivo cuya eficacia está demostrada, definitivamente comprobada, casi agotada por la inmensa serie de Claude Monet y el ambiente envolvente del Museo de la Orangerie.
Redibujada y normalizada, la hoja del nenúfar figura en el centro de una reflexión sobre la pintura, la composición del cuadro y la búsqueda de soluciones formales que permitan la creación de un espacio visual. «Al comenzar a pintarlas, se entusiasma Amélie Bertrand, sentí que era lo mejor que había hecho en mucho tiempo. Fue fácil, me sentía libre porque el nenúfar intervenía inmediatamente en la pintura. (..) Las zonas coloreadas de los nenúfares llegaban y me permitían crear fácilmente superposiciones, trasparencias y sombras. Solamente juegos formales de pintura».
La artista, después de una larga elaboración, primero en su ordenador y, después, en forma de plantillas, pinta escrupulosamente los motivos al óleo utilizando una técnica en una sola capa formando fondos impecablemente lisos o degradados virtuosos. Selecciona colores con una suavidad sin límite para crear efectos de luz imposibles, al servicio de un universo destinado a ser observado en vez de interpretado.
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